
El estrés es una parte natural de la vida laboral, pero en exceso, podría llevarnos al “burnout” o desgaste profesional: un agotamiento físico, mental y emocional que ya ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud como enfermedad.
Por lo general, se sufre de burnout cuando se tiene un estrés no controlado, demandas laborales excesivas o insatisfacción por la labor que se realiza. Los expertos estiman que aproximadamente un 10% de los trabajadores sufren de este trastorno y entre el 2% y el 5% lo padecen gravemente. Los síntomas son agotamiento, desmotivación general, insomnio, y puede incluir malestares físicos, como nauseas, dolores de cabeza y corporales y alergias. En sus niveles más altos, el burnout puede desencadenar en enfermedades más graves como depresión o ansiedad.
Forjar relaciones interpersonales: Tener una relación amical o de apoyo mutuo con un colega o superior puede ser beneficioso para aliviar el estrés. Contar con alguien a quien se le pueda hablar de las dificultades por las que pasa hará la diferencia en la visión que desarrolle de los problemas en el entorno laboral.
Darle un nuevo significado a la labor: Trabajar por un cheque no es suficiente. Si llenamos nuestro quehacer diario de diversas motivaciones nos será más fácil escapar de una rutina que termine agobiándonos y haciéndonos sentir “sin salida”.
Usar el tiempo libre provechosamente: Disfrutar lo que hacemos fuera de la oficina nos ayudará a sentirnos mejor durante todo el día. Compartir con familia y amigos, ejercitarnos, meditar, tocar algún instrumento o adquirir una nueva habilidad son formas de mejorar nuestra salud mental y emocional dentro y fuera de las oficinas.