Entrevista a Elizabeth Mosqueda, Carbon Trust: “Las acciones contra el cambio climático no son un tema de comportamiento adecuado, sino de uno lógico”

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México se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 22% para 2030 y ha logrado un aumento significativo en la participación de las energías renovables en la generación de electricidad. Sin embargo, “la demanda y el mercado no exige que hoy por hoy suceda”, explica Elizabeth Mosqueda, senior manager de Carbon Trust México, la consultora que acompaña a empresas y gobiernos a acelerar la transición hacia una economía sostenible.

“Apenas estamos comenzando a hablar de la descarbonización. Aquellas empresas que ya aplican medidas son las grandes multinacionales, con instalaciones o representaciones en otros países y que requieren mayor compromiso con sus stakeholders”, añade.

De esta manera, la organización sin fines de lucro Carbon Trust, entre otros servicios, provee la certificación de Route to Net Zero, un estándar que establece las mejores prácticas y requisitos para que las instituciones puedan demostrar su compromiso con la reducción de emisiones de GEI y su camino hacia la neutralidad de carbono.

“Es muy diferente ser net cero a ser neutra en carbono. Para lo último, simplemente puedes compensar las emisiones mediante la compra de offsets, mientras que para ser ‘net cero’, hay que realizar una descarbonización de la cadena de valor y, por lo tanto, invertir en el sistema productivo”, dice Mosqueda.

Según la experta de Carbon Trust, en América Latina existe la voluntad, pero no se observa curiosidad o determinación para dedicar los recursos a la reducción de los GEI o tampoco ven estos proyectos como una inversión para la resiliencia climática. Así, la organización busca aumentar la sensibilidad en la doble materialidad: cómo una institución afecta al cambio climático, pero también cómo el cambio climático afecta a éste.

– ¿Cuál es tu opinión sobre el comercio de emisiones?

Hay distintos tipos de comercio de emisiones y tengo una posición diferente para cada uno. En el caso de los sistemas de comercio de emisiones regulados, son mecanismos muy valiosos siempre y cuando se diseñen de una forma adecuada. En estos sistemas, las empresas no pueden emitir más de cierta cantidad de toneladas y, si lo hacen, tienen que compensarlas.

Y pueden compensar ya sea comprando acciones energéticas de otras empresas o adquiriendo los mal llamados bonos de carbono. Estos últimos han sido duramente criticados en México, porque se conoció que una empresa adquirió bonos a un precio 20 veces mayor de lo que pagaba a sus productores. Pero estas formas de compensación han existido desde el protocolo de Kioto y tienen mecanismos de monitoreo, reporte y verificación, casi superiores a los actuales sistemas de comercio de emisiones obligatorio. 

Por otro lado, en el caso de impuestos al carbono, hay algunos federales exorbitantes, pero también hay algunos impuestos subnacionales sólidos, donde la tonelada reducida tiene un valor real y ese ingreso se puede redirigir a un fideicomiso o fondo que invierte en acciones para reducir los efectos del cambio climático.

Como puedes ver, no estoy en contra de los instrumentos, sino que se formen, digieran y planifiquen de una manera transparente y con total trazabilidad y con entes que orbiten el instrumento y garanticen su eficiencia. Una de las grandes cosas que ha impedido que realmente alcancemos los objetivos del acuerdo de París es que los mecanismos no son realmente trazables y su veracidad es cuestionable en algunos casos.

– Ligado a este tema, cuando te refieres a instituciones fiscalizadoras, ¿deberían ser gubernamentales o las industrias se pueden autorregular? ¿Y cómo está México en temas de regulación?

– En el caso de instituciones financieras, existen muchos mecanismos de finanzas verdes, iniciativas para capacitar a inversionistas para crear bonos sostenibles y la consideración de esta doble materialidad. 

Pero, mientras que el gobierno cuenta con entes, como la secretaría de medio ambiente, que obliga a ciertos sectores a reportar sus emisiones, no requieren que las instituciones financieras lo hagan. Éstas tampoco están incluidas en el mandato estatal de la creación del sistema de comercio de emisiones

Según mi opinión, actualmente las acciones de Medioambiente, Sociedad y Gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) a nivel corporativo no están siendo abordadas por el gobierno de una forma unificada y hace falta una entidad que pueda vincular todos estos esfuerzos. Por otro lado, los esfuerzos de los corporativos han sido muy innovadores, crean propuestas de valor importantes y comparten sus experiencias.

Ahora, debemos crear conocimiento para capacitar a los interesados en ESG y usar iniciativas o estándares internacionales para crear de alguna manera un framework. Llevo 15 años en el tema y me pregunto por qué no existe ese mecanismo en México.

– Si no hay regulación, tampoco hay motivación de los corporativos para realizar cambios. ¿Cuál es su radiografía de las estrategias y acciones en México? ¿Es más por voluntad?

– Exacto, por voluntad o por mercado. Justo acabo de terminar un curso de ESG y quienes lo han tomado son ejecutivos de empresas que buscan integrar criterios de sus operaciones o lo hacen porque el mercado lo solicita: porque exportan productos, porque tienen interés de crecimiento y ven cómo el valor de la gobernanza ambiental les afecta. 

Pero la implementación de ESG finalmente es como la sustitución de la fuerza del caballo por el motor de combustión interna. Es algo que se va a dar. ¿Qué tanto nos tardamos? Depende de la salud del país que permita encaminar las economías hacia la sostenibilidad. Definitivamente ya hay un gran esfuerzo en México, pero, una vez más, falta esa vinculación y, si no lo está haciendo el Estado, está saliendo por parte de las empresas.

– Según su opinión, trabajando con todas estas empresas en México, ¿es el liderazgo como el consejo de administración el que lleva la iniciativa o son más bien los operativos o administrativos?

– He visto de todo. Por ejemplo, en el caso de la creación de un inventario de emisiones alcance 3 llega a veces directamente del orden corporativo porque traen la instrucción de convertirse en net cero. Por ejemplo, El Grupo Bimbo tiene una división dedicada a convertirse en Net Cero.

Pero también hay otras empresas mexicanas que nos buscan para presentar la importancia del alcance 3 del inventario a sus tomadores de decisión para sensibilizarlos.

– Cuáles son los mayores desafíos y dificultades de las compañías en adoptar estrategias y acciones medioambientales o en contra del cambio climático?

– Por lo menos en México, son los recursos económicos. Toma mucho tiempo que las cosas pasen del papel al billete. Además, es difícil luchar contra el hábito y ver que las acciones preventivas traerán beneficios económicos.

Es una mentalidad muy diferente decir: ¿cuáles son las cosas que yo puedo hacer para reducir el cambio climático? a ¿cómo el cambio climático está afectando a mí de una forma económica? 

Una vez que entienden esta doble materialidad, las empresas comienzan a abrir los ojos. Ahora estudian para determinar el impacto del cambio climático a sus economías o los riesgos de sus infraestructuras en las costas, por ejemplo. Ahora las acciones contra el cambio climático no es un tema de comportamiento adecuado, sino de uno lógico, porque el cambio climático está aquí y es lógico que, como tomador de decisiones, lo consideren como un KPI.

– El problema que he visto es que muchas empresas ya son conscientes de cómo el cambio climático los va a afectar a largo plazo, pero muchas veces están atados a los inversionistas que buscan ganancias a corto plazo, entonces no tienen esta capacidad en invertir en grandes proyectos medioambientales.

– Los inversionistas están acostumbrados a ver matrices de riesgo para cualquier toma de decisiones y para solucionar problemas. Entonces, simplemente quita la palabra ambiental e integra los proyectos como solución de riesgo. 

Yo tiendo a presentarlo así a algunas empresas: soluciona riesgos. Para algunos inversionistas, hablar de descarbonización de la economía es una palabrería. Pero cuando me refiero a riesgos y sus aspectos económicos, ahí comienzo a hablar en su idioma. 

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