Inflación en Estados Unidos llega a 9.1%

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El presidente Joe Biden admitió esta tarde que su administración necesita “avanzar más, más rápidamente, para controlar los aumentos de precios”. Esto en medio del anuncio de que la inflación de Estados Unidos alcanzara una tasa de 9.1% en junio, un ascenso no visto desde 1981.

 

Según datos publicados por la Oficina de Estadísticas Laborales, los precios de consumo subieron en 1.3% en el último mes. Estas cifras ponen en evidencia que la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal no está logrando contener la inflación como se esperaba. Gran parte de esta alza se debe a la guerra en Ucrania, que ha causado un aumento de precios en energía y alimentos en el mundo entero. En Estados Unidos particularmente, la gasolina alcanzó un costo histórico de más de 5 dólares el galón. Si bien en las últimas semanas viene mostrando un leve descenso, aún no es suficiente como para aliviar la golpeada economía de los estadounidenses que vienen lidiando con precios de alimentos y viviendas exorbitantemente más altos que en años pasados. Se estima que los comestibles subieron en 1% en junio. Durante el último año, el costo de los alimentos llegó al 10.4%, su nivel más alto desde febrero de 1981.

 

Para intentar contener esta elevada inflación, la Reserva Federal ha subido de manera sucesiva los tipos de interés en sus últimas reuniones, y lo ha hecho de forma progresiva 0.25 puntos en marzo, 0.50 puntos en mayo y 0.75 puntos en junio. Su intención es aprobar una nueva subida tras su reunión del 26 y 27 de julio. En ese sentido, la Fed ha advertido en reiteradas ocasiones que su prioridad es rebajar la inflación, aunque sus medidas de política monetaria restrictiva puedan afectar a la evolución económica. Su principal interés, han anunciado, es estabilizar los precios de la canasta básica estadounidense, pero ¿qué efecto puede tener esta medida en la ya deteriorada economía latinoamericana?


El aumento en las tasas de interés en Estados Unidos podría afectar a los países en desarrollo generando presiones inflacionarias y, como ya se viene observando, una pérdida de valor de las monedas de los países de la región. La decisión de la Fed también podría acelerar una salida de capitales hacia Estados Unidos, de inversores en búsqueda de activos más atractivos. Para evitar esto, los bancos centrales de la región tendrían que subir agresivamente los tipos de interés. Lamentablemente, éstos son un freno al crecimiento. Esta situación terminaría golpeando aún más la economía de América Latina, que aún se encuentra en proceso de recuperación tras los efectos de la pandemia del 2020.


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