Isabel Palao

La cofundadora y CEO de Máximo, una fintech peruana enfocada en adolescentes y adultos jóvenes, comparte insights sobre el mercado, y discute la importancia de la seguridad y la educación financiera para la Generación Z.
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“El propósito es ofrecer el primer producto financiero a las nuevas generaciones, pensar en su cultura y cómo interactúan entre ellos y las plataformas”, explica Isabel Palao, cofundadora y CEO de Máximo, una fintech peruana nacida en 2021 que tiene como público objetivo a adolescentes entre 13 y 18 años y adultos jóvenes.

Según la fundadora, esta nueva generación nativa digital busca alternativas de pagos digitales, como las billeteras electrónicas y pagos en QR, para realizar sus transacciones en juegos y plataformas de entretenimiento.

Así, Máximo ofrece una tarjeta prepago que se puede recargar mediante tarjetas de débito, crédito o efectivo. Además, ofrece un módulo de finanzas personales que permite visualizar los gastos por categorías.

Al mismo tiempo, para los usuarios mayores de edad, la plataforma proporciona microcréditos que oscilan entre los US$ 50 y los US$ 250. Dependiendo de la interacción y el historial de pagos, el límite de crédito puede aumentar.

– Al estar dirigido a este grupo etario bastante particular, ¿existe mercado, como también intención de inversión en Máximo?

– Cuando lanzamos el producto tuvimos una primera inversión semilla de una Venture Capital (VC) e inversionistas ángeles. Sin embargo, la mayor parte de los fondos de nuestra compañía provino del financiamiento propio.

Si bien hay cierto interés de inversión, Perú presenta desafíos significativos para el desarrollo de fintechs debido a la regulación vigente y los competidores tradicionales. Estos últimos, cada vez más, establecen barreras y asimilan las nuevas fintechs, transformándolas en productos financieros convencionales.

Pero en el caso del mercado, entre los menores de edad tienen mucho entusiasmo por tener su propia tarjeta e ilusión de manejar su propio dinero, especialmente porque ya empiezan a interactuar con pagos digitales antes de cumplir los 13 años.

Entonces, lo difícil es convencer a los padres, quienes deben dar el permiso legal. Esto porque aún existen tabúes de no hablar de plata o permitir que los niños manejen sus finanzas. Pero creemos que hay una oportunidad significativa.

– Este público, la generación Z, tiene una relación con la tecnología distinta con las generaciones anteriores, como los boomers y millennials. Teniendo eso en cuenta, ¿cuál es la filosofía de Máximo sobre la prevención de fraude y experiencia del consumidor?

– Como dices, ellos son nativos tecnológicos, quieren todo muy rápido y simple y, a veces, el tema de seguridad les fastidia, pero al mismo tiempo tienen mayor consciencia de resguardar sus datos. 

Entonces, algunos desafíos de la validación de datos del onboarding, o como la biometría, pueden resultar más sencillos para ellos que a una persona entre 45 y 50 años.

Pero, si bien los jóvenes entienden mucho sobre estas tecnologías, es sumamente importante que estos desafíos sean una experiencia rápida, amigable y dentro de una lógica. Entonces, la interfaz y experiencia del usuario es muy importante para nuestro equipo. Siempre estamos validando que sea bastante claro y dinámico sin perder en vista la seguridad.

– ¿Hay temas de seguridad y fraude que afecta más en este rango de edad?

– En la aplicación y los servicios que entregamos intentamos cubrir todas esas brechas de seguridad. Pero vemos que, a veces, se generan reclamos que no necesariamente son fraudes, sino por un mal uso del producto. Por ejemplo, colocan su tarjeta en algunas plataformas que comienzan a hacer cobros de suscripciones, pero los usuarios no se han dado cuenta que han dado permiso. 

Entonces, más que brecha de seguridad, es un tema de gestión de dinero. Entonces, nuestro propósito es que nuestros usuarios entiendan cómo funciona el dinero, leer antes de dar el permiso, poner atención dónde ponen sus datos y qué cosas autorizan.

– Finalmente, la educación financiera es crucial.

– Tenemos un enfoque educativo dirigido a nuestro público objetivo. No hacemos cursos de educación financiera o talleres convencionales, porque no les llama la atención y tampoco van a participar. 

En su lugar, optamos por establecer conexiones directas con nuestra audiencia a través de plataformas como Discord, Twitch, Instagram y TikTok para mantener conversación con nuestros usuarios y ofrecer una experiencia distinta a la banca tradicional.

Al mismo tiempo, en Discord, nuestros usuarios comparten sus experiencias de uso, brindan consejos sobre cómo utilizar la tarjeta de manera efectiva o cómo identificar plataformas seguras. Esta interacción se centra en fomentar una conversación abierta sobre las finanzas y normalizar este tipo de diálogo.

Por lo tanto, más que una clase de educación financiera, es importante normalizar la conversación sobre el dinero.

– En el caso de los usuarios que son menores de edad, ¿se agrega una capa de seguridad y validación mayor?

– En este caso, la validación se hace al adulto responsable. Adicionalmente requerimos una declaración jurada de que el adulto cede la cuenta que se está creando. Si bien el usuario es el niño, el responsable y dueño de la cuenta es el adulto.

– Si y cuando ocurre una brecha de seguridad, ¿cómo se restaura la confianza del cliente?

– Va a depender mucho de qué tipo de brecha ha ocurrido. Si, por ejemplo, una brecha afecta las cuentas y los saldos de los usuarios, recuperar la confianza resulta sumamente desafiante, especialmente si se trata de un producto financiero como el nuestro.

Por esta razón, cuidar las claves, acceso, los datos y privacidad de los usuarios es sumamente importante. Y gracias a ello nosotros no tuvimos una experiencia así.

En el caso de brechas que no necesariamente afectan a todos los usuarios, como intentos de fraude con tarjetas no autorizadas, aplicamos nuestro proceso de detección. Si se identifican comportamientos irregulares, se bloquea la transacción, se verifica la autenticidad de la tarjeta y, si todo está en orden, se procede con la apertura de la cuenta. En caso contrario, se revierte la transacción y se devuelve el dinero a la tarjeta original.

Además, las fintech también asumimos una responsabilidad de comunicación y educación sobre seguridad, que las nuevas tecnologías pueden ofrecer niveles de seguridad incluso superiores a los de sistemas bancarios tradicionales. Puede ser más fácil que usuarios jóvenes lo entiendan, pero asociar una marca nueva con la seguridad, especialmente cuando se trata de asuntos financieros, puede ser un reto.

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