La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha adoptado un histórico tratado para la protección de la altamar, estableciendo así zonas marinas protegidas en aguas internacionales con el fin de preservar nuestros valiosos océanos. Después de años de debates y negociaciones, los representantes de los países miembros de la ONU aprobaron por consenso este acuerdo crucial, que ha sido aclamado como un hito para la conservación marina.
El tratado, cuyo texto final fue cerrado en marzo pasado y revisado en los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas, ha sido recibido con entusiasmo por los delegados gubernamentales. Esta adopción refleja la capacidad de la comunidad internacional para unirse en respuesta a los desafíos globales, demostrando que el espíritu de cooperación internacional sigue vivo. Sin embargo, para que el tratado entre en vigor, se requiere que al menos 60 países lo firmen y ratifiquen. Por lo tanto, a partir del próximo 20 de septiembre, el texto estará abierto a la firma en la sede de las Naciones Unidas, y se insta a los gobiernos a no demorar en su apoyo.
La importancia de este tratado para la protección de nuestros océanos ha sido enfatizada por los grupos ecologistas durante años. Los océanos se encuentran amenazados por la contaminación, la crisis climática y las nuevas tecnologías que permiten la explotación minera en el lecho marino y una pesca más intensiva. Las áreas de la altamar, que abarcan dos tercios de los océanos y se comparten entre todos los países, han estado gestionadas hasta ahora mediante acuerdos e organismos internacionales sin una jurisdicción clara, coordinación adecuada ni normas apropiadas para su protección.
El nuevo tratado de protección de océanos se basa en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y tiene como objetivo garantizar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina en áreas fuera de la jurisdicción nacional. Entre sus disposiciones, se establecen las bases para la creación de zonas marinas protegidas, lo que contribuirá a cumplir con el compromiso internacional de preservar al menos el 30% de los océanos para 2030. Asimismo, asegura la consideración del impacto ambiental de las actividades en aguas internacionales y promueve la cooperación entre países en tecnología marina.
Este tratado también establece un marco para compartir los beneficios del océano, especialmente en lo que respecta a los recursos genéticos marinos, es decir, las especies que podrían brindar genes patentables en el futuro, como en el campo de la medicina. Esta cuestión planteaba conflictos de intereses entre los países desarrollados, que tienen una mayor capacidad para aprovechar estos avances, y los países en desarrollo, que temen ser excluidos. No obstante, este asunto pudo ser resuelto durante las extenuantes negociaciones que tuvieron lugar en marzo pasado.
Este tratado marca un logro significativo en la lucha por preservar la biodiversidad marina. Es un paso crucial para abordar las amenazas que enfrentan nuestros océanos y para alcanzar los objetivos relacionados con el océano de la Agenda 2030 y el Marco Kuming-Montreal de la Diversidad Ecológica. Al proteger nuestros mares, estamos asegurando el futuro de innumerables especies marinas y manteniendo el equilibrio vital de nuestros ecosistemas oceánicos.